(la esperanza es lo último que se pierde)
Dejar de fumar, adelgazar
esos kilos cogidos a base de polvorones, aprender inglés, alemán o
chino… es el momento de los buenos propósitos y de escribir esta
entrada, antes de que la rutina nos haga olvidarnos de ellos en tan
solo unas semanas.
Quizás muchos de vosotros
estéis también pensando en reformar vuestras casas y hacerlas
espacios más agradables, confortables o que, simplemente, ahorren
energía y no sacudan nuestros bolsillos cada final de mes en forma
de factura.
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"Deseo una casa para vivir y no vivir para mi casa". (imagen: google.es) |
Mejorar un hogar. Una
frase de tres palabras que puede englobar desde colgar los cuadros
olvidados detrás del sillón de una vez, cambiar los cojines, llevar
al tinte ese estor tan complicado de lavar, hasta meterse en faena y
realizar una reforma completa con reubicación de tabiques incluida.
Para la mayoría de los
hogares europeos, las facturas de energía representan un 3-4% de su
renta disponible, puede parecer que no es mucho, pero si vemos las
cifras escritas negro sobre blanco, empezamos a pensar en las otras
cosas a las que podríamos destinar ese dinerito.
En el fondo, se trata de
un problema de concienciación. No tenemos una sensibilización de la
importancia que pueda tener, por ejemplo, un buen aislamiento para
nuestros hogares y nos limitamos a acometer las reformas que son
estrictamente necesarias: cambiar los azulejos del baño que parecen
de la serie “Cuéntame”, sustituir una caldera que se ha roto o
destinar la paga extra a adquirir por fin el equipo de aire
acondicionado, que la casa da al sur y en verano no hay quien
aguante.
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¿Deseando cambiar los baldosines de la cocina?. (Imagen: |
Pero puestos a hacer
números convendría analizar qué nos van a aportar cada una de
estas mejoras de nuestros hogares. Cambiar las cortinas o los
cojines, supondrá un desembolso muy pequeño, pero aparte de
contribuir a que nuestra casa sea más bonita o confortable, poco
podrán hacer por nuestros bolsillos.
En este sentido, numerosos
estudios indican que las políticas energéticas que apuestan por la
mejora de la envolvente térmica de los edificios son las de menos
coste para un mismo beneficio objetivo. La renovación de una
caldera mejorará sin duda la eficiencia energética de nuestra
vivienda, pero el retorno de la inversión no se producirá hasta los
14 años de su instalación. El cambio de ventanas tiene un retorno
medio de la inversión (en ahorro en climatización) de 38 años,
mientras que el cambio del suelo necesitará 12 años para amortizar
el desembolso efectuado. Nada que ver con el aislamiento, que
presenta unos periodos medios de amortización de 4 años.
Durante la vida útil de
las superficies aisladas, obtendremos un beneficio estimado de 7
euros por cada uno invertido y, como beneficio añadido, los costes
por tonelada ahorrada de CO2 serán los más bajos.
Salen las cuentas,
¿verdad? Es el momento de cumplir nuestros buenos propósitos… y
los de nuestros hogares.
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Una pequeña inversión; un gran ahorro. (fuente:rusa.es) |